domingo, 12 de julio de 2009

Todas las cosas,despues de haber florecido ,vuelven a su raiz.
Volver a la raiz se llama Quietud. Lao Tsé

Compromisos y elecciones de vida


A lo largo de toda nuestra existencia, hacemos elecciones de vida vinculadas a nuestros valores o nuestras obligaciones cuyos resultados no siempre controlamos.

Y ,también, tomamos compromisos, es decir, unimos una parte de nuestras vidas o un periodo de nuestro tiempo a alguien para efectuar una determinada tarea o un proyecto de vida de larga duración. Consideramos, por una parte, que es importante cumplir con nuestris compromisos y, por otra, que también lo es cuando alguien los toma por nosotros. Algunas personas se comprometen con cierto relajamiento y no le dan mucho valr a la palabra acordada; otras, por el contrario son muy escrupulosas e incluso rigurosas en cuanto a cumplir con los propios compromisos o los tomados hacia ellas.


Pero, puede suceder -y no creo haber sido el único- hallarme en dificultades, o con un conflicto interno, cuando el compromiso que tomé se ve conforntado a una elección de vida importante para mí, la cual debería priorizar, bajo pena de no soportarme más. Así, cuando descubrí que ya no me respetaba en una relacion profesional y que el hecho de pertenecer en un empleo, tratando de hacerme cargo de las cosas, a fin de mantener una relación con la cual había tomado un compromiso, me hacía somatizar, al punto de agotarme, de sentirme mal desde el sábado pensando en el próximo lunes, de amargarme la existencia y de influir en mis relaciones íntimas.


Esta situación fue mucho más crucial,más violenta, más desgarradora cuando tuve que tomar la desición de elegir entre la fidelidad al otro y la fidelidad a mí mismo. Privilegié la fidelidad a mi mismo, a mi necesidad de respetarme, de tener en cuenta mis snetimientos reales y no los que el otro quería e incluso exigía de mí.


Hoy en día, en un conflicto parecido, sostendría que me elijo, que trato de estar atento a lo que siento, sin buscar a toda costa querer gustarle al otro, negándome a dejarme definir por sus necesidades, sus deseos, sus miedos o sus creencias.


La situación, a mi entender, más dificil de manejar es la que precede a la finalización de una relación amorosa o conyugal.Cuando uno siente que no puede más que mentirse reguntándose si aún ama o no, ya que no son más los mismos; cuando el amor se va deslizando hacia sentimientos de ternura, de gratitud o de culpabilidad, suscitand la huída o conflictos larvados. Cuando es difícil decir al otro. "No quiero más tener una relaíón íntima contigo, ya no siento amor por ti (no te amo más, parece imposible de decir)", entonces permanecemos en lo vago, en la no presencia realm en la ausencia cada vez más frecuante, cuando la huída en el trabajo, en el deporte o en cualquier actividad toman el lugar del tiempo que no queremos más pasar juntos. "No sabía cómo decrile a mi marido que no lo amaba más, que no sentía nada más por él, que ya no lo deseaba, que el solo hecho de tocarme, yo que lo había deseado tanto, me erizaba en cólera y de verguenza..." "Nuestra situación era mucho más complicada porque teníamos un negocio en común y que el fin de nuestra relación amorosa, ponía en peligro el equilibrio financiero de la empresa que nos amntenia economicamente a los dos... Sentía que la disolución de nuestro matrimonio significaba también la venta de nuestra boutique, floreciente hasta ese momento, pero que empezaba a declinar..."


Priorizarse, atreverse a respetarse, querer mantenerse fiel a uno mismo no son posicionamientos bien vistos por nuestros familiares. Nos acusan de egocentrismo e incluso de egoismo, somos cuestionados por nuestro entorno, que a veces, trata de solucionar sus propios conflictos a través de nosotros.


Estaría tentado de decir que la elección de vida de la mujer o del hombre que nos hemos convertido, ¿debería tener preeminencia sobre el compromiso? Pero, le corrsponde a cada uno saber, comprender, lo que domina en un momento o en otro.


Jacques Salomé

Piscologo y sociologo francés